Lo que producen los juegos violentos, más que nada, es que el jugador se «acostumbre» a la violencia de una forma muy aguda, es decir, en el momento en que está jugando. Pero pasadas unas horas, o como mucho unos días, la persona sigue teniendo el mismo rechazo por la violencia que cualquier otra.
De hecho, los videojuegos no sólo NO favorecen la violencia, sino que LA EVITAN. Las personas con impulsos violentos encuentran su alivio jugando porque pueden desahogarse sobre orcos o nazis sin ninguna consecuencia. ¡Es mucho más preferible descargar tu violencia sobre seres virtuales y ficticios que en el mundo real!
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