Para ser buen médico, lo fundamental es amar al ser humano y buscar el alivio de sus enfermedades. Esa pasión por la salud y las ganas de ayudar a la gente deben ser el motor principal para vestir bata blanca y tratar pacientes. Como dice un viejo refrán, «Por muy malo que sea tu día, recuerda que la vida siempre es más dura al otro lado del fonendoscopio»
Tratamos con personas vulnerables, débiles, enfermas. Nadie quiere estar enfermo, ni ingresado, así que hay que tener una especial empatía para preocuparse y cuidar de los demás. Y sobre todo, hay que tener la fortaleza psicológica como profesional para no dejar que te afecte demasiado. Para no llevarte a los pacientes a casa ni sentir que la muerte o la enfermedad de las personas a tu cargo es «culpa tuya»
Recomiendo mucho la serie de televisión «Scrubs», donde se habla profundamente de esto. Más que House o Anatomía de Grey, en ella se explora el verdadero componente humanista de la Medicina.
Las demás cualidades de un médico son también necesarias, desde luego. Hay que ser inteligente para memorizar los datos, audaz para realizar buenos diagnósticos y explorar al paciente como un detective. Hay que tener iniciativa, tener curiosidad por aprender y descubrir. Pero lo fundamental es ser humano para no olvidar nunca que tratamos con personas enfermas que se ponen en nuestras manos para que les curemos, aliviemos o consolemos al menos…
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